Muy buenas, bienvenido de nuevo al blog de Inveurop. Vamos a tratar hoy el riego en cultivos en invernadero. Los aspectos relacionados con el riego, están siempre en rigurosa actualidad, ya que al hablar de riego estamos introduciendo la variable agua, con lo que conlleva desde el punto de vista de la escasez en numerosos lugares del planeta.
El riego en cultivos en invernadero: un desafío
El riego en los cultivos en invernadero es una de los aspectos críticos de producción agrícola. Sin embargo, a menudo damos por sentadas muchas cosas que no están certificadas realmente, podemos seguir aprendiendo.
Para proporcionar las condiciones necesarias para el crecimiento óptimo de las plantas, es esencial familiarizarse con los factores que influyen en la humedad del suelo.
Aunque el riego ha proporcionado una serie de importantes beneficios a la sociedad en forma de mayores rendimientos de alimentos y otras materias primas, hay una serie de posibles inconvenientes en el uso del riego a nivel global y en la misma España tenemos algunas regiones con un elevado déficit hídrico.
El riego supone que el agua se distribuya sobre el suelo, a menudo mediante aspersores, y a veces mediante sistemas de goteo o flujos superficiales. El agua que se desplaza sobre el suelo provoca erosión.
El desplazamiento de la capa superior del suelo tiene impactos de diversa naturaleza. Cuando el suelo se desplaza pero permanece en el campo, el impacto es bajo. Pero cuando el suelo se desplaza ampliamente, la tierra no puede utilizarse para el cultivo previsto y además obstruye las zanjas de drenaje y los arroyos, daña los hábitats acuáticos, ensucia las aguas utilizadas para actividades recreativas y aumenta la necesidad de tratamientos.
El riego debe gestionarse de forma inteligente para minimizar la erosión y sus eventuales impactos.
Algunos suelos tienen altos niveles de sal debido a la descomposición de materiales parentales salados. Además, las plantas consumen agua por evaporación-transpiración, lo que deja residuos de sal en el suelo. Las sales residuales se filtran en el suelo profundo. Con el tiempo pueden filtrarse a los acuíferos subterráneos.
Aunque la explotación que utiliza el riego para aumentar el rendimiento y la calidad no sufra los efectos del aumento de la salinidad, las propiedades situadas aguas abajo sí pueden hacerlo. Los suelos de las zonas áridas y semiáridas suelen tener sales residuales. El suelo puede ser utilizado para la producción si las sales son lixiviadas de las zonas de las raíces de las plantas, pero las sales aparecen en algún otro lugar del ciclo hidrológico.
Las plantas necesitan más de 20 nutrientes para crecer de forma adecuada, pero el exceso de estos nutrientes puede llegar a ser perjudicial. Demasiada cantidad de algo bueno puede ser tan perjudicial como la escasez.
Las algas que crecen en un estanque pueden reflejar la abundancia de nutrientes disponibles, pero un exceso de algas puede agotar el oxígeno que necesitan los peces. Los nitratos se acumulan habitualmente en los suelos de regadío. Suponen una amenaza para la salud pública y animal.
El agua que fluye arrastra otras cosas a su paso. Los plaguicidas utilizados adecuadamente en la producción agrícola pueden trasladarse a otros lugares con el riego. El uso del riego y de los plaguicidas debe ser armonioso. Además de los plaguicidas, los patógenos (agentes nocivos) pueden ser transportados y propagados durante el riego.
Otro problema del riego se centra en la creciente demanda de uso de agua por parte de los habitantes de las ciudades. Los agricultores suelen ser más eficientes y ahorrativos con el agua que la familia media, pero los agricultores utilizan cada vez más agua.
Las personas esperamos tener agua a mano para lavar el coche, limpiar la casa, al perro… El agua es imprescindible para la vida en cualquier tipo de situación.
A menudo, usar el agua de esta manera se puede considerar un lujo. Algunos pueden argumentar que los agricultores malgastan el agua y que el riego se basa en la codicia: forzar la tierra para que produzca más. El equilibrio entre los deseos individuales y la utilización eficiente de un recurso es difícil de alcanzar.
Muchos de los problemas asociados al riego pueden minimizarse con un uso inteligente, pero éste requiere conocimientos, habilidades, compromiso y comprensión.
Sistemas de riego en cultivos en invernadero para la producción comercial
En la mayoría de los casos, el agua se aplica a la superficie superior del sustrato. Esta agua puede aplicarse por medio de un aspersor aéreo, un sistema de riego por goteo, a mano con una manguera o dispositivo similar, o alguna combinación de estos sistemas de suministro. Los aspersores aéreos y el riego manual tienden a «desperdiciar» el agua y también a mojar el follaje, lo que aumenta el potencial de enfermedades y plagas.
Los sistemas de goteo son los más eficaces y proporcionan un mayor control sobre la cantidad de agua aplicada. Además, como el follaje no se moja, se reduce el potencial de enfermedades y otros daños.
El agua también puede aplicarse a los cultivos de invernadero mediante la subirrigación o las esteras capilares. Sin embargo, en las zonas en las que las sales solubles son un problema, las esteras no permiten la lixiviación, lo que aumenta el riesgo de lesiones por sal.
El tipo de riego más utilizado en la actualidad es, con mucho, el sistema de riego por goteo goteo. Hay varios tipos de emisores disponibles en el mercado que proporcionan una amplia gama de capacidades. Los más comunes están generalmente en el rango de 0,4 a 1,6 litros/hora.
Frecuencia de riego
La frecuencia de riego viene determinada evidentemente por el tipo de cultivo y, en gran medida, por las condiciones ambientales existentes. Durante los meses de marzo a septiembre, la mayoría de los agricultores de la zona sur de España, deben regar sus cultivos al menos una vez al día.
Para calcular la frecuencia de riego, es necesario considerar las características físicas del suelo de cultivo (es decir, la capacidad de retención de agua y el drenaje) con mucho cuidado, especialmente cuando las sales solubles son un problema.
A menudo surgen problemas nutricionales, como deficiencias de magnesio y micronutrientes, como resultado de un exceso de lixiviación. En estos casos hay que prestar especial atención a las modificaciones del medio y a los regímenes nutricionales para conseguir un crecimiento óptimo de las plantas.
Cantidad de agua de riego a aplicar
La cantidad de agua de riego a aplicar es quizás más importante que cómo y cuándo regar. Una regla general a seguir en el riego de cultivos de invernadero es aplicar entre un 10 y un 15% más de agua de la que puede contener el contenedor. Esto facilita la lixiviación en cada riego y reduce el potencial de acumulación de sales solubles. Por supuesto, la tasa de riego debe ser lo suficientemente baja como para permitir que el agua se filtre a través de los medios de cultivo, en lugar de que se desborde la parte superior del contenedor. Cuando se utilicen fertilizantes solubles en el agua de riego, es especialmente importante dejar al menos un 10-15% de lixiviación para evitar la acumulación de sales.
Estado del medio de cultivo
El estado del sustrato de cultivo es muy importante para determinar la eficacia del riego. La mayor parte del musgo de turba, la corteza y otros componentes orgánicos utilizados en los sustratos de cultivo sin suelo tienen características hidrofóbicas o de repulsión del agua.
Cuando están excesivamente secos, estos materiales tienden a ser difíciles de «mojar» y, por lo tanto, requieren una cuidadosa atención durante el riego. En algunos casos puede ser necesario un «agente humectante» para proporcionar una absorción adecuada.
La clave para evitar los problemas asociados a la humectación es no plantar en suelos excesivamente secos ni dejar que se sequen entre los riegos. De nuevo, estos problemas pueden agudizarse en presencia de sales solubles.
Porosidad y capacidad de retención de agua
La porosidad y la capacidad de retención de agua del suelo de cultivo es otro factor que influye en las prácticas de riego. La combinación óptima de estas dos características proporciona suficientes porosidad para permitir una lixiviación y aireación adecuadas, así como una capacidad de retención de agua que minimiza la frecuencia de riego.
Otra consideración en este ámbito son las enfermedades de las raíces asociadas a los medios húmedos y mal drenados. Por lo tanto, es importante mantener niveles de humedad que no favorezcan las enfermedades de las raíces.
Calidad del agua
La calidad del agua influye en gran medida en las prácticas de riego. Como se ha mencionado anteriormente, la presencia de sales solubles requiere que los medios de cultivo estén bien drenados y que se aplique en cada riego al menos un 10-15% más de agua de la que puede contener el recipiente. También es aconsejable reducir el humedecimiento y el secado del medio entre los riegos para evitar el aumento de las concentraciones relativas de sales solubles. Asegúrese de que la calidad del agua se analice periódicamente para controlar estas condiciones.
Conclusión
El riego de los cultivos de invernadero es una práctica de producción crítica y no debe darse por sentado. La mayoría de los cultivos de invernadero en España se riegan por medio de un sistema de goteo. La frecuencia de riego viene determinada en gran medida por las condiciones ambientales existentes, así como por las propiedades físicas del medio de cultivo.
En las zonas donde las sales solubles son un problema, es importante aplicar al menos un 10-15% más de agua de la que puede contener el contenedor para proporcionar una lixiviación adecuada. Los sustratos extremadamente secos pueden ser difíciles de «mojar» y hay que tener cuidado durante el riego para asegurar una distribución completa del agua. La calidad del agua debe comprobarse regularmente para controlar las sales solubles.
Esperamos que te haya gustado el artículo sobre el riego en cultivos en invernadero. Si necesitas más información sobre sistemas de riego, no dudes en contactar con nosotros. Un saludo y hasta pronto.
POsibilidad de enviar fotos